
Acabamos de llegar a la oficina, disfrutando del silencio matinal cuando en el mismo segundo empieza a sonar el teléfono, el correo electrónico cargado de nuevos temas y comienza un nuevo día. Un segundo y medio más tarde todo está en marcha. “¡Kaluma, buenos días!”.
Nos gusta la gente. La que nos llama y la que nos deja un mensaje en Facebook. A todos les atendemos y dedicamos nuestro tiempo. Empezamos a trabajar en el mundo de los viajes cuando las agencias eran una ventana abierta al mundo y las reservas volvían confirmadas por los ya olvidados télex.
Ahora no hay una consulta igual. Los más jóvenes vienen con toda la información de lo que quieren y cómo lo quieren. Los mayores también. Unos y otros, buscan el consejo de primera mano y también la mejor oferta que no es, necesariamente, la que tiene el precio más bajo.